lunes, agosto 03, 2009

he tenido que salir
dejar el cuerpo en la oficina y el café humeante de las 8
porque quería llorar y decir a los que pasaban que yo no estaba allí
pero me detuve sólo porque me caerían a preguntas
querrían consolarme o mandarme a casa,
un lugar en el que no habito de momento
por evitar a la persona que por años equilibró la balanza.
pero en este momento, al terminar el día y la noche,
he visto que la balanza termina por caer a un lado
(siempre mi lado por todo lo que me enredo en el cuello)
y voy hacia abajo, muy cerca de la plataforma
sin querer sacar un pie me aferro a mi pequeña cama de latón y veo que él está muy agusto allá arriba...
podría confesarle algunas cosas, para equilibrar un poquito,
pero estamos tan separados
cada uno en su nivel
yo con los labios pegados y pellejudos
él "como de revista" (así me dice una, otra, otra tipa y yo pienso que eso me deja como adolescente besando un papel, ah, plano y sordo, bidimensional, si acaso vivo por un segundo para la foto, de repente puede tener sentido, pero tampoco sería verdad...)
que mejor me entretengo en mi pequeño abismo
y dejo -llorando por supuesto!- las estrías luminosas del cielo en sus ojos...
de nuevo y a fuerza de repetición sigo pensando que esto no es ni principio ni fin, que esa frase en mis costillas (¡quema las naves, quema las naves!)
no me llevará a ningún lugar y menos hoy, que estoy tan abajo...
¿cómo salir de algún lugar si no se ha pisado fondo? y ¿hasta dónde se debe bajar cuando el poco sentido se ha quedado allá arriba?