viernes, julio 05, 2013

zicatela

ese verano debí cerrar todo y dormir 60 días. tú llegaste -ciclón y tickets en mano- dando besos a mi madre con el pretexto de que te habían dejado plantado y necesitabas compañía. y ella, que siempre te quiso tanto y sabía lo bueno que eras conmigo, te dio carta blanca. "sólo necesitas bragas y traje de baño iuuuuuuuuuuuuuuuuuu" necesitaba mucho más, lo sabías, pero te quedaste en la puerta, desesperado porque terminara con mis excusas... "vale vale ya está, se te acabaron mujer".
dos camiones -cucarachas incluidas- y un taxi después llegamos a ese lugar pequeñito con nombre de dios griego que reunía hermosos fumadores de hachís y chicas de cabello cortísimo y ojos enormes ("estamos en el cielo de diamantes" murmuraste una vez antes de dormir). por la noche fuimos al bar hippie con manteles de papel de estraza que doblábamos para hacer sombreritos marineros y, luego, barcos que nunca podrían naufragar ("dibuja bastantes botes, yo no soy ningún king of the world wey" aconsejaste sabiamente)... vale. terminó una noche. luego 4 días. en el 5, con amenazas, me llevaste a la cabaña de I. que estaba muy bronceado y con el abdomen empanizado de costras... "una cosa es encerrarte en un cuarto y otra es esconderte hasta de tí misma..." fue tu línea final, -dramática y sobreactuada- antes de salir dando portazo y todo. el buen I. me abrazó por horas, dejó que tocara su cabello de sol y, aún después de mis lloriqueos, mantuvo su mano en mi cabeza, esperando retirar por ósmosis todos los jodidos recuerdos que me llevaban lejos de la vida. también me encendió un cigarro y tomamos sorbitos de mezcal hasta que me calmé por completo. luego dormimos. al mediodía me dijo que saldríamos por varios días y que tú mismo lo habías sugerido."find what you love and let it kill you" fue lo que le dijiste que me dijera y así me lo soltó, una misión suicida sentenciada por un escritor sin límites que, además, era de sus favoritos. luego preparó una bolsa diminuta porque no quería cargar con nada más que conmigo y yo ya arrastraba al mundo. comimos pescadillas en el malecón y luego caminamos hasta una pequeña bahía donde sólo había rastros de una fogata, un perro en huesos y la palapa azul que tanto mencionaban en el bar hippie. tenían razón. todo tenía sentido bajo su techo. miles de conchas colgaban de sus hojas y parecía que el mundo se entretejía entre sus amarres... I. me dijo que sanaría, que olvidar no significaba perder, sino perdonar y que yo era mucho más que uno de dos. luego puso en su ipod la versión que tanto odias de romeo & juliet y gritamos

"juliet, the dice was loaded from the start
 and I bet, and you exploded in my heart
 and I forget, I forget... the movie song
 when you gonna realize, it was just that the time was wrong, juliet?"


espantamos al perro y a mis recuerdos y a mi también jodida moral que no me dejaba aflojar la cuerda de mi cintura. el pobre romeo aún no terminaba de cantar cuando I. me besó por primera vez. tomó aire antes del segundo para decir

"and all I do is kiss you, through the bars of a rhyme
 juliet, I'd do the stars with you any time..."


y después del tercero bebió un poco de mezcal. mencionó mi juventud, la noche en que habló contigo sobre mí y sus dudas sobre nuestra relación. que tú sabías dónde estábamos y no debía guardarte rencor porque todo lo habías planeado por mi bien. también me dijo que no tendríamos sexo, porque eso marcaría mi recuperación a través del cuerpo y a veces todo es más profundo. pasamos 3 días en la bahía. I se despertaba siempre muy temprano, supongo que al amanecer y teníamos fruta y agua para todo el día. también me entregaba mensajes tuyos -que todavía guardo!- donde escibiste chistes muy tontos o bien groseros, en eso nunca has tenido medias tintas. al no haber mucho qué hacer, mucho qué ver o pensar,  I. estiraba los días a mi alrededor, preguntando sobre mi vida y lo que tenía planeado hacer, diciendo dos palabras y esperando que yo contestara al menos con cuatro. las sonrisas sinceras me valían por toda una oración completa. no fue una terapia, nunca me sentí analizada, fue como una plática contigo pero amplificada, llena de texturas y colores y la sensación de querer a I. de una forma diferente, con deseo y sin tortura.
cuando regresamos a nuestra cabaña recuerdo tu cara de no fucking way. de welcome back. de triunfo y derrota a la vez. I. flotaba entre los dos, leyendo también todo lo que nos dijimos con tres miradas, entendiendo que aún quedándose siempre vendría con nosotros.
esa noche fuimos al bar por última vez. tú bailaste con la chica de barro, como bien la apodaste y bebiste toda la cerveza del lugar. era gracioso ver tu cortejo alcohólico y la chica que por todo reía -hasta estrellarse- y tú que la callabas como se debe, a besazos.
I. me llevó a su cabaña que siempre olía a sándalo pero hasta ese día pude disfrutarlo. también a él. y él a mí. todo sencillo y nuevo. todas las cartas sobre la mesa, sin secretos, sin cut & paste. una noche y un amanecer que terminó de curarme.