viernes, julio 27, 2007

encerrados en el carrito del supermercado se encuentran los esposos y los amantes de éstos. alcanzan sus víveres y pecados y si pueden pagarlos, también los pequeños placeres que conllevan los oscuros secretos cuando se llevan a la vida cotidiana.
en la fila de pago pasa uno a uno, responden que sí encontraron lo que buscaban y por dentro se gritan que después de tantos años, todavía no lo hallan.
pero sonríen, a la fuerza, para la fotografía del aniversario, de bodas de sexo de nacimiento. porque siempre hay que ser feliz, en este mundo si no se ríe, si no se alcanza el orgasmo, si el nombre no está en la lista de reservas, si no se tiene, no se es.
vaya, ¿nada nuevo verdad? pero no hablamos de las cosas que se compran, ts ts, eso ya pasó, eso es bien 80's-90's.
estamos hablando precisamente de TODO lo que ya no tiene precio, de ese montón de sentimientos y actos sin significado por muchos años y que ahora nos hacen huecos en el estómago.
esas costumbres, esa manera de ser de nuestro abuelos, ese logro de quedarse en el mismo lugar por décadas, llevando pan y leche a los hijos y durmiendo con dos mujeres sin que éstas se enteren (porque no había ni celulares, ni msg, ni mail y abundaban los tugurios donde las amas de casa no ponían sus pies), eso que hoy ya es pasado y huele a humedad, es lo que ahora no podemos comprar.
y todos dirán que no lo necesitamos, no queremos a una esposa fiel que nos sirva en cama y casa. y ellas, rabiosas por tales razonamientos arcaicos, dirán que tanto sometimiento ya tuvo su final y por eso ahora son esclavas del trabajo, esclavas de los hijos chantajistas, esclavas de la talla 7 (o 5 ó 3 o doble 0) esclavas de su propia libertad.
así nos vamos contando, casada, soltera, soltero, casado y divorciado. así nos catalogamos, no por disponibilidad sino por lo que hemos o no firmado. desde actas civiles hasta la tarjeta de inditex.
firme aquí entonces, si acabó de leer esto.