Lars from Norway
o el camino hacia el norte
todo el amor metido en un frasco de vaporub
lo llevé en mi bolsa de mano
quería tenerlo disponible por si me faltaban suspiros
o una ilusión loca
o un beso al final del sueño.
lo cargué por días y pasó -inofensivo- por las inspecciones de seguridad en aeropuertos y estaciones de tren
mi botecito aguardaba quieto su destino
pues mi amor dormía en alguna habitación de cartón
y yo aún no llegaba hasta él.
dormí con libros y hombres que no sabían leerlos
besé sus pestañas -sombras delgadas, sábanas rubias-
niños entre mis piernas
que me preguntaban sobre mi vida anterior
en otras lenguas, en tiempo pasado.
se conformaban, al final de las horas,
con retratos instantáneos que nos hacíamos,
antes de separar los puntos suspensivos
y seguir cada quien su camino.
después de dos otoños y un invierno
llegué a sus manos frias
-morrisey morrisey morrisey tenía razón!-
estaba en un puerto, muy cerca de Hinnøya,
y allí me hospedó en su pecho de cajita de fósforos.
su mundo era blanco y brillante
un papel couché que hacía conitos en los techos
confetti en mis pies
barquitos navegando fiordos profundos.
no fue una combustión instantánea,
en sus días, el calor se disfrutaba por segundos largos y pacíficos
la cabecita del cerillo se prendía en besos eternos
y la lava interna que tantas veces me torturó
poco a poco encontró la paz entre la vida sencilla que él creaba.
una noche abrí el frasquito
y le unté un poco de mi amor pasado en su pecho
una ampolla salió en su corazón
recuerdos que no compartíamos
razones que no entendió
formas de querer complicadas
"å mange elske , å mange heten" (mordiste mi oreja mientras lo decías).
esa fue la última vez que tuve el pequeño envase verde. borré el dibujito de corazón que marqué en la etiqueta del vaporub y le hice una calaverita.
Después, lo eché al mar.